--Llegó un 8 de junio, el día del Corpus, ¿tú sabes? Yo iba con el piporro a la fuente... -- ¿Con qué? -- Con el piporro pa’ el agua -- ¿Piporro? -- ¡El botijo! Primitiva Collado recuerda nítidamente la llegada del «forastero», a pesar de las siete décadas que han transcurrido. Tenía 9 años, y relata con todo detalle su primer encuentro con Eugene Smith y sus otros dos acompañantes (Nina, su traductora, y Ted, su ayudante). «Llegaron en un coche, eso aquí no se veía, muy grande y muy bonito», rememora Collado. Sin saberlo, esos días del verano de 1950, Primitiva estaba colocando a Deleitosa en un lugar destacado de la historia. Ella fue guía de Smith en la localidad extremeña que el fotógrafo norteamericano daría a conocer un año después, en 1951, con el reportaje 'Spanish village' (Pueblo español), de 16 fotografías (de las más de 1.500 que tomó) en la revista Life, que vendió cinco millones de ejemplares con su primera tirada y más de 20 millones por todo el mundo. Hoy Primitiva retoma su papel de guía para este periódico. Junto a Primitiva se sienta en una terraza de bar el profesor Juan de Dios Izquierdo. «Fue diputado también», señala ella. Juande, como le llaman sus vecinos, responde a una de las primeras preguntas que se hacen sobre el reportaje de Smith: ¿Por qué en Deleitosa? «Smith llevaba un tiempo ya en España, había recorrido muchos lugares, pero estaba desesperado porque no había encontrado aún ese reportaje que él quería hacer. En uno de sus viajes, cuando se dirigía de Madrid a Andalucía por la carretera de Extremadura, al ver el cartel de Deleitosa, Nina (su intérprete) le tradujo el nombre del pueblo como ‘delightful’, en español, ‘deleite’, ‘divinidad’. Ten en cuenta que desde la carretera no se ve el pueblo. Entonces, movidos por la curiosidad, vinieron y aquí sí encontró Smith lo que llevaba tanto tiempo buscando», relata Izquierdo. «Ojo, y no se trata de la miseria. Eso lo había aquí como lo había en cualquier pueblo de España en esa época. Lo que aquí encontró fue además una comunidad acogedora», dice con orgullo. Es esa reivindicación de su propia intrahistoria la que ha resurgido en Deleitosa 70 años después de un reportaje que fue tabú durante décadas. «Fue en los años 90 cuando se empezó a cambiar el ‘chip’», rememora Juan Pedro Domínguez, actual alcalde de la localidad. «Empezamos a intentar convertirlo en algo positivo, aquí vienen todos los años gente de todo tipo interesándose por las fotografías y creemos que es una oportunidad», dice el regidor. Con él conocemos el interior del bar El Buenvarón, que resulta ser un pequeño museo decorado con las imágenes de Smith. «El niño que se bautiza es mi tío carnal», asegura Domínguez señalando una de las fotografías, ‘Bautismo’. «El trabajo de Smith muestra la cronología de la vida», tercia Agustín Durán, el dueño del local, tras la barra. Mientras sirve un café, Durán da una breve explicación de las imágenes que decoran sus paredes: «Lo único que le faltó a Smith por retratar aquí, de las etapas de la vida, fue un parto y una boda». «Mira esta imagen (apunta a una instantánea en la que una mujer sostiene a su hija, titulada ‘Mother and child’ / ‘Madre e hija’). Es la que él quería que fuera la portada de Life. Ella es María ‘La Garrota’ con su hija, tuvo otros dos y esa familia emigró a Francia. Lo que pasa que claro, estaba la guerra (se refiere a la II Guerra Mundial) y al final fue esta otra, el que aquí algunos llaman el ‘Gila’», bromea señalando al militar de la portada de ese número . «Y aquí están María de la O y la Tía Purga», muestra en un espacio de honor en el que la fotografía de estas dos mujeres conversando está reproducida a tamaño natural y decorada alrededor con unas flores. «Cuando yo abrí este bar, hace casi 20 años, fue un poco controvertido. En la población mayor se les inculcó que Smith había sacado lo peor de Deleitosa y yo quería quitar esa visión, algo así como ‘educar’. Pero bueno, aquí se ha discutido de todo, pero de buena manera. ¡Hasta si la casa de María de la O estaba en la solana o en la umbría cuando se tomó la foto!», asegura entre risas. Agustín conoce bien el periplo de Smith por su pueblo, ya que su propio padre, Tomás, fue otro de los guías del fotógrafo: «Lo llevábamos a la hera, para que viera los carros, a las bestias», recuerda Tomás, que entonces tenía 16 años. «Yo aún era una niña cuando Smith llegó, pero él era ya un chaval, un hombre para la época», tercia Primitiva. Entusiasmada, señala una de las imágenes más icónicas del reportaje: ‘The Wake’ / ‘El velatorio’, en el que un grupo de mujeres vela a un muerto. «Estas son la Justa y la Josefa. La Josefa es la que recibía las cartas del ranchero», se apresura a remarcar Primitiva. Se refiere a la historia de Josefa Larra, una joven del pueblo de la que un estadounidense quedó prendado por la imagen. «Vio su foto y le empezó a mandar cartas. Le mandaba también algunos regalinos. Una vez recibió una caja de maquillajes. De eso aquí no había. Pero ella no quiso y, al final, pues nada. Sigue allí, soltera», zanja Primitiva. Por ‘allí’, se refiere a Cataluña, donde emigró la mujer. La historia fue incluso llevada al teatro en el 2017 con la obra Cartas para Extremadura. Tan célebre como Josefa lo fue María ‘La Jarilla’, la protagonista de otra de las instantáneas más famosas: ‘The spinner’ / ‘La hilandera’. En ese momento tenía 33 años y estaba embarazada. «Fíjate con 30 años cómo se le ve», dice Agustín en referencia a su rostro envejecido. Los protagonistas de cada una de las imágenes tienen la piel endurecida, como de cuero, por las duras condiciones de vida de entonces. «Lo que hace Smith es un reportaje de denuncia social», remacha. Así lo corroboran Fernando Vera, otro vecino de Deleitosa y profesor de historia, y María Ángeles Rebollo, de la Asociación Cultural Spanish Village, que tiene como objetivo poner en valor todas esas pequeñas historias que esconde el reportaje de Smith. Ellos nos guían precisamente hasta la calle que hoy lleva el nombre del fotógrafo y donde se encuentra la casa intacta, de adobe y piedra, en la que el norteamericano tomó la imagen de la hilandera. «Smith lo dice explícitamente, que lo que él quería era reflejar la opresión y la miseria de la España franquista, en un momento en el que además el gobierno de Estados Unidos empieza los contactos con el régimen», explica Vera. «A mí algo que me llamó mucho la atención al ver la revista es el contraste entre el reportaje de la Deleitosa de entonces y otras páginas, sobre todo con la publicidad de, por ejemplo, frigoríficos. Es que entonces éramos dos sociedades totalmente diferentes», apunta Rebollo. «Pero en el propio reportaje hay otra contraposición interesante: la que se da entre las figuras de poder (el cura, la guardia civil, las autoridades...) y los campesinos. Entre las figuras de poder lo que resalta son las sombras, entre los campesinos, la dignidad», afirma Vera. A pesar de la dicotomía entre el blanco y negro, es cierto que el juego de grises marca la diferencia en la percepción de los personajes. El franquismo, como respuesta a las páginas de Life, puso en marcha toda su maquinaria propagandística para esconder la realidad de esa España: «Como réplica, el régimen publicó en ‘Mundo Hispánico’ un reportaje titulado ‘Las otras Deleitosas de España’, mostrando los pueblos de colonización del Plan Badajoz. También mandó varias cartas. Pero la respuesta más sangrante fue la autocensura que imprimió entre los vecinos de Deleitosa, hasta hacer que la gente del pueblo se sintiera avergonzada de haber acogido a Smith y a sus acompañantes», relata Vera. Una autocensura y una vergüenza que impuso el silencio durante décadas, pero de la que hoy Deleitosa trata de desprenderse definitivamente. «Desde la asociación cultural tenemos muchos proyectos en mente, no sólo para atraer a gente de fuera, sino también para que los propios vecinos conozcan y se sientan orgullosos de su historia», explica Rebollo. De hecho, la asociación llegó a contar con una casa-museo que a día de hoy está cerrada: «Necesitamos un apoyo mínimo de las administraciones para que podamos salir adelante», demanda. El abandonado convento local de San Juan Bautista de la Viciosa se proyectó hace unos años como albergue para que estudiantes de fotografía, antropología y otras especialidades conocieran la localidad. Otra idea que se quiere implantar, inspirada en la vecina Romangordo, es recrear a través de trampantojos las imágenes de Smith en las calles de Deleitosa. «Antes de la pandemia hicimos un concurso de pintura que funcionó muy bien, y lo organizamos con la aportación de los participantes. Sí nos gustaría un mínimo apoyo para poder sacar estas ideas adelante», insiste Rebollo. Con ella pasamos por la iglesia de San Juan Bautista en el camino de vuelta al bar. Son las 8 de la tarde y las campanas repican llamando a los feligreses para ir a misa. «Van algunas personas mayores, ya no es como antes», dice. Poco o nada queda de esa Deleitosa polvorienta y adusta que Smith retrató aquel verano de 1950 y mostró al mundo el siguiente año. También hay menos vecinos. Por aquel entonces la localidad tenía algo más de 2.300 habitantes, mientras que en la actualidad ronda los 700. «Sufrimos la emigración masiva igual que muchas otras zonas de Extremadura. Pero hoy el pueblo tiene todos los servicios y tiendas», asegura el alcalde. En la localidad se vive sobre todo de los servicios, pero también hay ganadería extensiva, tres fábricas de embutidos, varias queserías y se produce miel. «¿No hablan tanto de la España vaciada? Que pongan en valor esto con ese dinero que va a dar Europa», dice Agustín, el dueño del bar, señalando las imágenes. Deleitosa, está claro, ha dejado de guardar silencio. Salimos del local para dar el último paseo del día por el pueblo. De la plaza de abajo pasamos a la plaza de España. En una de las casas sobresale una terraza en la que una mujer se afana en recoger la ropa tendida. Se trata de Tania Maigua, una joven de 27 años que llegó hace seis a la localidad. «Yo soy de Ecuador, de un pueblo de la sierra», cuenta. Junto a su madre, cuidan de la señora Fausta, una anciana de 90 años. «Deleitosa es muy tranquilo y estoy muy a gusto», afirma la joven. «Sí tenemos algunos inmigrantes que vienen a vivir aquí, sobre todo chicas sudamericanas que cuidan de los mayores», confirma Rebollo. Aquel pueblo perdido y pobre que encontró por casualidad Smith ya es otro, salvo por el carácter acogedor de sus gentes. Deleitosa acepta y reivindica su pasado 70 años después para mirar con orgullo a su futuro.